Los efectos de la pandemia por COVID-19 en la humanidad, garantizar los derechos humanos, pero también unir esfuerzos ante el cambio climático y hacer frente a la cultura del descarte: son estos los principales dramas que ha enfrentado el Papa Francisco en su mensaje a la ONU con ocasión del 75º aniversario del nacimiento del organismo.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
El Pontífice ha enviado un video mensaje a las Naciones
Unidas con ocasión de su 75º aniversario, recordando al Secretario General, el
Señor António Guterres, así como a los Jefes de Estado y de Gobierno participantes,
y a todos aquellos que están siguiendo el Debate General, que este aniversario
de la ONU “es una oportunidad para reiterar el deseo de la Santa Sede de que
esta Organización sea un verdadero signo e instrumento de unidad entre los
Estados y de servicio a la entera familia humana”.
En un momento en el que el mundo atraviesa grandes
trastornos, agravados por una crisis sanitaria mundial sin precedentes que
acarrea graves repercusiones económicas y sociales, el Papa recuerda que la
pandemia del COVID-19 “ha llevado a la pérdida de muchas vidas” pero también
está “cambiando nuestra forma de vida, cuestionando nuestros sistemas
económicos, sanitarios y sociales, y exponiendo nuestra fragilidad como
criaturas”. De hecho – dice en el video mensaje – “La pandemia nos llama a
tomar este tiempo de prueba como un momento de elección […]: el tiempo para
elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es
necesario de lo que no lo es”. Es por ello que considera que es un momento
oportuno para “la conversión” repensando “nuestra forma de vida” y “nuestros
sistemas económicos y sociales”, pero también es una oportunidad para una
“retirada defensiva” con características individualistas y elitistas.
En este sentido, el Papa señala que podemos elegir entre dos
caminos: “el que conduce al fortalecimiento del multilateralismo, expresión de
una renovada corresponsabilidad mundial, de una solidaridad fundamentada en la
justicia y en el cumplimiento de la paz y de la unidad de la familia humana,
proyecto de Dios sobre el mundo” o “al que da preferencia a las actitudes de
autosuficiencia, nacionalismo, proteccionismo, individualismo y aislamiento,
dejando afuera los más pobres, los más vulnerables, los habitantes de las
periferias existenciales”.
Llamamiento para garantizar la futura vacuna de COVID-19
En su extenso mensaje, Francisco ha tocado varias problemáticas que afligen actualmente a nuestro planeta y a la humanidad. La más reciente y notoria: la pandemia por COVID-19. El Papa asegura que “ha puesto de relieve la urgente necesidad de promover la salud pública y de realizar el derecho de toda persona a la atención médica básica”. Es por ello que renueva su llamado a los responsables políticos y al sector privado “a que tomen las medidas adecuadas para garantizar el acceso a las vacunas contra el COVID-19 y a las tecnologías esenciales necesarias para atender a los enfermos”. “Y si hay que privilegiar a alguien –ha puntualizado – que ése sea el más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda discriminado por no tener poder ni recursos económicos”.
Garantizar un trabajo digno sin que la tecnología perjudique
al empleado
Francisco se ha detenido después en la situación de
precariedad que amenaza a gran parte de los trabajadores: “Es particularmente
necesario encontrar nuevas formas de trabajo que sean realmente capaces de
satisfacer el potencial humano y que afirmen a la vez nuestra dignidad. Para
garantizar un trabajo digno hay que cambiar el paradigma económico dominante
que sólo busca ampliar las ganancias de las empresas”. Además, considera que el
progreso tecnológico “es útil y necesario” siempre que sirva para hacer que el
trabajo de las personas “sea más digno, más seguro, menos pesado y agobiante”.
La cultura del descarte es un atentado contra la humanidad
El concepto “cultura del descarte” no podía faltar en este
mensaje. Francisco asegura que es “un atentado contra la humanidad” ya que se
trata de “una gran falta de respeto por la dignidad humana, una promoción
ideológica con visiones reduccionistas de la persona, una negación de la universalidad
de sus derechos fundamentales, y un deseo de poder y de control absolutos que
domina la sociedad moderna de hoy”.
De hecho – dice – “es doloroso ver cuántos derechos
fundamentales continúan siendo violados con impunidad”. La lista de estas violaciones
es muy larga y nos hace llegar la terrible imagen de una humanidad violada,
herida, privada de dignidad, de libertad y de la posibilidad de desarrollo. “En
esta imagen – asegura el Papa – también los creyentes religiosos continúan
sufriendo todo tipo de persecuciones, incluyendo el genocidio debido a sus
creencias. También, entre los creyentes religiosos, somos víctimas los
cristianos: cuántos sufren alrededor del mundo, a veces obligados a huir de sus
tierras ancestrales, aislados de su rica historia y de su cultura”.
Crisis humanitarias: armas, destrucción, huida
El Pontífice ha continuado su mensaje centrándose en las
crisis humanitarias, asegurando que se han convertido “en el statu quo, donde
los derechos a la vida, a la libertad y a la seguridad personales no están
garantizados”. “De hecho – continua – los conflictos en todo el mundo muestran
que el uso de armas explosivas, sobretodo en áreas pobladas, tiene un impacto
humanitario dramático a largo plazo. En este sentido, las armas convencionales
se están volviendo cada vez menos “convencionales” y cada vez más “armas de
destrucción masiva”, arruinando ciudades, escuelas, hospitales, sitios
religiosos, e infraestructuras y servicios básicos para la población”.
En este drama, las únicas víctimas son los civiles, que se
ven obligados a abandonar sus hogares; miles son interceptados en el mar y
devueltos a la fuerza a campos de detención donde enfrentan torturas y abusos y
muchos son víctimas de la trata, la esclavitud sexual o el trabajo forzado,
explotados en labores degradantes, sin un salario justo. “¡Esto que es
intolerable, sin embargo, es hoy una realidad que muchos ignoran
intencionalmente!” exclama el Papa.
El Papa explica que una de las respuestas para hacer frente
a esta crisis es los dos Pactos Mundiales sobre Refugiados y para la Migración
pero que al carecer de apoyo político no están teniendo éxito. Es por ello que
asegura que la crisis actual es una oportunidad para la ONU “para generar una
sociedad más fraterna y compasiva”.
Acuerdo de París sobre el Cambio Climático
El Papa también recuerda que cuando visitó a la Asamblea
General en su septuagésimo aniversario hace 5 años, algunos meses después, se
adoptó el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. “La crisis ambiental está
indisolublemente ligada a una crisis social” dice el Papa, a la vez que asegura
que el cuidado del medio ambiente “exige una aproximación integral para
combatir la pobreza y combatir la exclusión”. Ante este drama, el Papa pide que
nos preguntemos seriamente si existe – entre nosotros – la voluntad política
[…] para mitigar los efectos negativos del cambio climático, así como para
ayudar a las poblaciones más pobres y vulnerables que son las más afectadas.
Además, aprovecha este mensaje para recordar que la Santa Sede seguirá desempeñando
su papel.
Garantizar derechos de los menores y de los niños por nacer
Entre su lista de llamamientos en este mensaje, no podía
faltar su pensamiento hacia los menores, sobre todo los migrantes y refugiados:
“Imploro a las autoridades civiles que presten especial atención a los niños a
quienes se les niegan sus derechos y dignidad fundamentales, en particular, su
derecho a la vida y a la educación”. Francisco explica que la violencia contra
los niños, incluido el horrible flagelo del abuso infantil y de la pornografía
“también ha aumentado dramáticamente”. Además – dice – “millones de niños no
pueden regresar a la escuela. En muchas partes del mundo esta situación amenaza
un aumento del trabajo infantil, la explotación, el maltratado y la
desnutrición”.
En este sentido, ha querido denunciar también la promoción
del aborto que se está viendo en muchos países, y que lo denominan como
“servicio esencial” en la respuesta humanitaria: “Es triste ver cuán simple y
conveniente se ha vuelto, para algunos, negar la existencia de vida como
solución a problemas que pueden y deben ser resueltos tanto para la madre como
para el niño no nacido”.
Trata de mujeres: práctica perversa que denigra a toda la
humanidad
Este año se cumple el vigésimo quinto aniversario de la
Conferencia de Beijing sobre la Mujer y Francisco ha aprovechado para recordar
el importantísimo papel de la mujer en todos los niveles de la sociedad: “toman
las riendas con gran coraje en servicio del bien común”. Sin embargo, “muchas
mujeres quedan rezagadas” dice el Papa: “víctimas de la esclavitud, la trata,
la violencia, la explotación y los tratos degradantes. A ellas y a aquellas que
viven separadas de sus familias, les expreso mi fraternal cercanía a la vez que
reitero una mayor decisión y compromiso en la lucha contra estas prácticas
perversas que denigran no sólo a las mujeres sino a toda la humanidad que, con
su silencio y no actuación efectiva, se hace cómplice”.
Nuestro mundo en conflicto necesita que la ONU se convierta
en un taller para la paz
El Santo Padre también ha hablado del desarme nuclear y ha
planteado cuestionarse si las principales amenazas a la paz y a la seguridad
como, la pobreza, las epidemias y el terrorismo, entre otras, pueden ser
enfrentadas efectivamente cuando la carrera armamentista, incluyendo las armas
nucleares, continúa desperdiciando recursos preciosos que sería mejor utilizar
en beneficio del desarrollo integral de los pueblos y para proteger el medio
ambiente natural.
En este sentido, subraya que hay que desmantelar “las
lógicas perversas que atribuyen a la posesión de armas la seguridad personal y
social” y en especial “la disuasión nuclear”, pues “fomenta un espíritu de
miedo basado en la amenaza de la aniquilación mutua, que termina envenenando
las relaciones entre los pueblos y obstruyendo el diálogo”.
Es por eso que es tan importante – dice – “apoyar los
principales instrumentos legales internacionales de desarme nuclear, no
proliferación y prohibición”. De hecho – puntualiza – “la Santa Sede espera que
la próxima Conferencia de Revisión del Tratado sobre la No Proliferación de las
Armas Nucleares (TNP) resulte en acciones concretas conformes con nuestra
intención conjunta «de lograr lo antes posible la cesación de la carrera de
armamentos nucleares y de emprender medidas eficaces encaminadas al desarme
nuclear»”.
Francisco asegura en su mensaje que nuestro mundo en
conflicto “necesita que la ONU se convierta en un taller para la paz cada vez
más eficaz” y explica que la reciente adopción del alto al fuego global durante
la presente crisis “es una medida muy noble, que exige la buena voluntad de
todos para su implementación continuada”.
De una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos
peores
Por último, exhorta a repensar el futuro de nuestra casa
común y proyecto común: “Es una tarea compleja, que requiere honestidad y
coherencia en el diálogo, a fin de mejorar el multilateralismo y la cooperación
entre los Estados” y asegura que la pandemia nos ha mostrado “que no podemos
vivir sin el otro, o peor aún, uno contra el otro. Las Naciones Unidas fueron
creadas para unir a las naciones, para acercarlas, como un puente entre los
pueblos; usémoslo para transformar el desafío que enfrentamos en una
oportunidad para construir juntos, una vez más, el futuro que queremos”.
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